¿Es el final de Gregorio Samsa un acto de desesperación o de valentía frente al sufrimiento?
La obra La Metamorfosis de Franz Kafka, publicada en 1915, ha sido
objeto de numerosas interpretaciones que abarcan desde lecturas
existencialistas hasta análisis psicológicos profundos. A través del
psicoanálisis también podemos analizar esta obra, en particular, en lo
que respecta a la alienación, el sufrimiento y la depresión. La historia de
Gregorio Samsa, un hombre que despierta transformado en un insecto monstruoso,
se puede interpretar como una manifestación simbólica de la angustia emocional
y psicológica que sufren aquellas personas que atraviesan una depresión crónica.
Así como Gregorio
despierta transformado en un insecto, algunas personas podrían sentirse
atrapadas en un cuerpo y una mente que ya no le pertenecen, incapaz de
encontrar el sentido en las tareas más simples de la vida cotidiana. Trabajar,
comer, y socializar —que antes eran actividades automáticas y necesarias— ahora
se convierten en fuentes de dolor físico y emocional, como si cada acción fuera
un peso que arrastra lentamente su existencia.
Desde la perspectiva
psicoanalítica, el concepto de alienación es central en la vida de personas con
depresión crónica. Sigmund Freud (1923) señala en El yo y el ello que el yo
está constantemente en conflicto entre los impulsos del ello, las demandas de
la realidad y las presiones del superyó. En el caso de alguien que experimenta
una depresión severa, este conflicto interno se manifiesta en la incapacidad de
cumplir con las expectativas externas y los deseos reprimidos, lo que resulta
en una desconexión progresiva con su propia identidad y con la sociedad. En
contraste, la transformación de Gregorio Samsa en insecto puede verse como la
externalización de este conflicto: El yo, asediado por el mundo
externo, por el ello, y por la severidad del superyó, a veces sucumbe bajo el
peso de estas tensiones, llevándolo a un estado de pasividad o destrucción. (Freud,
1923, p. 42).
El aislamiento social es
otro rasgo compartido. Así como Gregorio, después de su transformación, se
aparta de su familia y del mundo, las personas con depresión crónica podrían
retirarse, no porque quieran, sino porque sienten que no encajan en el ritmo de
la vida cotidiana. Las conversaciones vacías, las expectativas sociales y
laborales se tornan abrumadoras, lo que los empuja a retirarse cada vez más,
buscando refugio en su soledad. La incapacidad de expresar lo que sienten, al
igual que Gregorio que no puede hablar, dificulta que los demás comprendan la
magnitud de su sufrimiento.
La depresión, en este sentido, actúa como un reflejo de la alienación total de un individuo de su propio deseo y de las normas sociales. Lacan (1977) complementa esta idea al señalar que el ser humano es, en gran medida, un ser alienado debido a la imposibilidad de alcanzar una satisfacción plena en el campo del lenguaje y la cultura: El ser hablante está estructuralmente dividido, siempre en busca de lo que nunca podrá obtener en su totalidad, lo cual lo lleva a la alienación de su deseo (Lacan, 1977, p. 189). En este contexto, la depresión crónica puede ser vista como la encarnación de esa alienación, donde las personas con este trastorno, al igual que Gregorio, dejan de poder relacionarse con los demás, incapaz de comunicar su dolor o de encontrar satisfacción en su entorno.
La Depresión como Forma de Incomprensión Social
Freud (1917) describe la depresión en términos de duelo
patológico, en el que el individuo experimenta una pérdida interna que no puede
ser elaborada adecuadamente. En el caso de Gregorio, antes de su metamorfosis,
ya era evidente que estaba atrapado en una rutina de trabajo extenuante y
alienante, una vida en la que su valor como ser humano estaba vinculado
únicamente a su capacidad para mantener a su familia. Este tipo de existencia
vacía y sin propósito puede entenderse como un precursor de la depresión.
Después de la
transformación, Gregorio deja de ser útil para los demás y se convierte en una
carga. Este cambio, lejos de liberarlo, lo aísla emocionalmente, provocando en
su familia primero lástima, y finalmente odio y rechazo. Como lo explica Beck
(1967), las personas con depresión suelen percibir su entorno de manera
negativa y se ven a sí mismas como incapaces de cumplir con las demandas
sociales. Gregorio encarna esta figura al volverse completamente pasivo,
incapaz de interactuar de manera significativa con el mundo exterior o de
encontrar algún sentido en su existencia. El rechazo final de su familia
refleja cómo la sociedad a menudo margina a quienes no cumplen con las
expectativas sociales.
Quienes padecen esta condición
a menudo se enfrentan a una sociedad que no comprende la magnitud de su
sufrimiento. En lugar de apoyo, reciben juicios, estigmatización y críticas que
minimizan su dolor, sugiriendo que su malestar es una cuestión de actitud o
falta de gratitud. Este fenómeno, donde las personas con depresión son acusadas
de no valorar lo que tienen —familia, amigos, trabajo, estatus—, contribuye al
aislamiento progresivo y al aumento del sufrimiento psíquico. A menudo, frases
como "échale ganas", "esfuérzate más" o "es solo
cuestión de ejercicio" no hacen más que profundizar la herida, invalidando
la experiencia interna de quien sufre y reforzando la idea de que su dolor no
es legítimo.
El rechazo social hacia
las personas que padecen depresión, acusándolas de ingratitud o debilidad, se
asemeja al trato que recibe Gregorio Samsa por parte de su familia y los
inquilinos en La Metamorfosis. Después de su transformación en insecto, la
familia comienza a esconder a Gregorio, avergonzada de su presencia y sin poder
empatizar con su sufrimiento. Los inquilinos, que representan a la sociedad
externa, se sienten incómodos y disgustados por su apariencia y exigen que sea
aislado, lo que refuerza su exclusión. Esta falta de empatía refleja cómo, en
el mundo real, las personas con depresión a menudo son relegadas a un “espacio
invisible” dentro de sus propios hogares y entornos sociales, porque su dolor
es percibido como una amenaza o una molestia para quienes prefieren no
confrontar el sufrimiento ajeno.
En el psicoanálisis, Jacques
Lacan plantea que la sociedad contribuye al aislamiento de quienes sufren al
imponer una serie de significantes que no corresponden a la realidad interna
del individuo. Para Lacan (1977), el lenguaje y las expectativas sociales son
los medios a través de los cuales el sujeto es alienado: El sujeto es
llamado a ocupar un lugar en el campo de lo simbólico que no necesariamente
coincide con su deseo o su realidad interna (Lacan, 1977, p. 209). En
el caso de la depresión, las expectativas sociales que exigen "ser
fuertes" o "estar agradecidos" contribuyen a una disonancia
entre lo que el individuo experimenta internamente y lo que se espera de él
externamente. Este desajuste crea una alienación que lleva al paciente a un
aislamiento aún mayor, porque no puede expresar su dolor sin temor al juicio o
al rechazo.
Cuando los familiares o
amigos minimizan el dolor de una persona con depresión, le sugieren que su
malestar es insignificante o que solo requiere de más esfuerzo, como si la
depresión fuera una simple falta de voluntad. Freud (1917) describe esta
dinámica al señalar que, en la melancolía, el sujeto se desprecia a sí
mismo y se acusa con términos que, en realidad, son proyecciones de las
percepciones que tiene de los demás (p. 245). Esto significa que las
críticas externas, como la acusación de ingratitud o debilidad, se internalizan
y refuerzan el ciclo de autodesprecio que caracteriza a la depresión.
La carga emocional de los seres queridos
Para los conocidos
casuales de pacientes con depresión, su distanciamiento puede pasar
desapercibido. Es posible que lo vean como alguien “ocupado” o simplemente
“reservado”, pero no perciben la gravedad de la situación. Sin embargo, las
personas más cercanas —familia, amigos íntimos— saben que algo anda mal. Intentan
ayudarlos, aconsejarlos, brindarle apoyo, y tal vez los cuiden para evitar que
se hagan daño. Pero, al igual que en la familia de Gregorio, esta
"ayuda" con el tiempo puede volverse una carga emocional. Cuando la
depresión se prolonga, y a pesar de todos los esfuerzos, el estado del
individuo no mejora, el agotamiento mental y físico en los familiares es
inevitable. Empiezan a sentir que están en una batalla perdida, que no hay nada
más que puedan hacer.
El sufrimiento de alguien
que padece una depresión crónica también afecta a sus seres queridos, quienes,
en su intento por ayudar, pueden llegar a experimentar una sensación de
impotencia y carga emocional. Freud (1917), en Duelo y melancolía, establece
una clara distinción entre el duelo normal y la melancolía, explicando que, en
la melancolía, la pérdida que sufre el individuo no es de un objeto externo,
sino de una parte de su propio yo: La melancólica muestra algo que
falta en el duelo: una extraordinaria disminución de la autoestima, una pobreza
de espíritu, y una acusación constante contra sí mismo (Freud, 1917,
p. 244). Este estado provoca que los familiares, al igual que la familia de
Gregorio, no puedan comprender del todo la magnitud del sufrimiento, lo que
termina desgastándolos emocionalmente.
El dolor de estos
pacientes, como el de Gregorio, comienza a consumir todo. Pierden interés no
solo en las cosas grandes —sus sueños, sus metas—, sino también en lo más
cotidiano: levantarse, ducharse, vestirse, comer. La vida se les convierte en
una monotonía insostenible, donde cada día es una repetición vacía del
anterior. Llegan a un punto en el que, al igual que Gregorio, deciden que el
dolor es demasiado y que la única salida posible es despojarse de su humanidad
y renunciar a esa carga insoportable.
Al igual que la familia
de Gregorio Samsa, que al principio intenta ayudarlo y luego, agotada por la
situación, lo rechaza, los seres queridos de una persona con depresión crónica
pueden llegar a sentir que sus esfuerzos son inútiles. Este sentimiento de agotamiento
emocional, descrito en términos psicoanalíticos, es una manifestación de lo que
Freud denomina transferencia negativa, en la que los intentos de ayudar se ven
frustrados por la resistencia inconsciente del individuo, lo que genera un
ciclo de culpa y rechazo mutuo.
Para la familia, al igual
que en La Metamorfosis, su muerte puede ser un alivio. El peso de la
impotencia, el esfuerzo constante de cuidar a alguien que no puede o no quiere
ser "salvado", desaparece con su partida. Sin embargo, aunque
experimentan una cierta liberación, el dolor y la tristeza persisten. La culpa
por no haber podido hacer más, la tristeza por la pérdida y el vacío que deja
ese ser querido permanecen. Aunque su sufrimiento ha terminado, la cicatriz
emocional en quienes lo amaban sigue siendo profunda.
El impacto de la falta de empatía y la culpa social
El tratamiento que recibe
Gregorio en La Metamorfosis podría ser una metáfora del rechazo social que
enfrentan muchas personas con depresión. La familia de Gregorio lo oculta en su
habitación, tal como la sociedad a menudo oculta a quienes no se ajustan a sus
normas de productividad y felicidad. En lugar de intentar comprender lo que le
ocurre, lo consideran una carga, una vergüenza. Este rechazo culmina cuando los
inquilinos de la casa, al descubrir la presencia de Gregorio, exigen su retiro
inmediato, lo que lleva a su muerte simbólica y, eventualmente, a su
fallecimiento real.
Este proceso de
aislamiento, tanto en la ficción como en la realidad, refleja cómo la falta de
empatía puede exacerbar el dolor de las personas con depresión. Para Freud
(1920), la pulsión de muerte puede verse como una consecuencia de esta
alienación social, donde el sujeto busca inconscientemente liberarse del dolor
mediante la renuncia a la vida: La meta de toda vida es la muerte, y la
repetición del sufrimiento solo puede conducir al deseo inconsciente de poner
fin a ese ciclo (Freud, 1920, p. 315). En este sentido, el aislamiento
social y el estigma hacia las personas con depresión no solo intensifican su
sufrimiento, sino que también pueden llevarlas a un punto donde la única salida
percibida es la muerte.
Este paralelismo entre la
vida de Gregorio Samsa y la de pacientes con este trastorno nos invita a
reflexionar sobre la complejidad del sufrimiento humano y la dificultad de
enfrentarlo, tanto para quien lo padece como para quienes intentan ayudar. Al
igual que en La Metamorfosis, la sociedad a menudo no sabe cómo lidiar con
quienes sufren en silencio. Como espectadores, podemos sentirnos impotentes,
cargados de culpa o incluso aliviados cuando ese dolor, de alguna manera, termina.
Kafka, con su desgarradora historia, no solo refleja la lucha interna de
aquellos atrapados en la desesperación, sino también el impacto emocional en
quienes rodean a ese individuo.
La pulsión de muerte y la búsqueda de la liberación
Finalmente, Kafka nos
confronta con la idea de que la verdadera liberación de Gregorio solo llega con
su muerte. Freud (1920) postulaba que en el fondo de todo ser humano hay una
pulsión de muerte, o Thanatos, que busca poner fin al sufrimiento a través de
la inacción o incluso la autodestrucción. Gregorio, incapaz de adaptarse o
encontrar una nueva forma de existir después de su transformación, se rinde al
deterioro de su cuerpo y finalmente muere. Para Kafka, esta muerte no es
trágica en el sentido convencional, sino que es una liberación. La familia de
Gregorio, al final de la novela, experimenta una sensación de alivio tras su
fallecimiento, lo que subraya la paradoja de que la desaparición del individuo
sufriente puede ser vista como una liberación tanto para él como para los que
lo rodean.
Freud (1920), en Más allá
del principio del placer, introduce esta pulsión como una tendencia inherente
del ser humano hacia la autodestrucción y la búsqueda de un estado de quietud
absoluta: La meta de toda vida es la muerte (Freud, 1920, p.
311). En el contexto de la depresión crónica, la pulsión de muerte puede
manifestarse en el deseo del individuo de escapar del dolor constante,
sintiendo que la única salida posible es la muerte.
Para Gregorio, su muerte
no es simplemente el final de su existencia física, sino una liberación de la
carga insoportable de la vida en aislamiento y sufrimiento. La familia, al
igual que los seres queridos de una persona que decide terminar con su vida en
un estado depresivo, experimenta una mezcla de alivio y dolor. Como señala
Freud, la pulsión de muerte puede traer una especie de “alivio trágico” tanto
para el individuo como para quienes lo rodean, ya que el final del
sufrimiento, aunque trágico, puede percibirse como la única forma de liberación"
(Freud, 1920, p. 320).
Conclusión
La muerte de Gregorio
Samsa puede ser vista como una metáfora para aquellos pacientes con depresión
que, al sentirse atrapados en un ciclo interminable de sufrimiento, optan por
terminar con su dolor. Así como Gregorio se va deteriorando, alienado y sin
poder comunicarse con su entorno, muchas personas que sufren depresión
experimentan un aislamiento profundo, donde cada día se convierte en una lucha
agotadora. Al final, su muerte no es un fracaso, sino una liberación dolorosa,
el único escape que Gregorio ve posible ante una existencia que ya no puede
soportar.
Para algunos pacientes
con depresión, el acto de "desaparecer" puede ser la única esperanza
de dejar atrás un cuerpo y una mente que sienten que ya no les pertenece. Esta
decisión, aunque trágica, podría interpretarse como un acto de valentía: un
último esfuerzo por hacer algo por sí mismos, con la esperanza de que, en otro
lugar, la tormenta interior, sus penurias, las luchas internas, que intentaron
mitigar a través de lecturas prolongadas, tazas de café, charlas vacías,
finalmente terminen y en algún lugar, aunque estén solos puedan estar menos
rotos.
Referencias
Beck, AT (1967). Depresión: aspectos clínicos, experimentales y teóricos. Harper & Row.
Freud, S. (1917). Duelo
y melancolía. En Obras completas. Amorrortu Editores.
Freud, S. (1920). Más
allá del principio del placer. En Obras completas. Amorrortu
Editores.
Freud, S. (1923). El
yo y el ello. En Obras completas. Amorrortu Editores.
Lacan, J. (1977). Ecrits:
A selection. W.W. Norton & Company.

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