sábado, 19 de octubre de 2024

¿Es el final de Gregorio Samsa un acto de desesperación o de valentía frente al sufrimiento?

 

 ¿Es el final de Gregorio Samsa un acto de desesperación o de valentía frente al sufrimiento?

 



La obra La Metamorfosis de Franz Kafka, publicada en 1915, ha sido objeto de numerosas interpretaciones que abarcan desde lecturas existencialistas hasta análisis psicológicos profundos. A través del psicoanálisis también podemos analizar esta obra,  en particular, en lo que respecta a la alienación, el sufrimiento y la depresión. La historia de Gregorio Samsa, un hombre que despierta transformado en un insecto monstruoso, se puede interpretar como una manifestación simbólica de la angustia emocional y psicológica que sufren aquellas personas que atraviesan una depresión crónica.

Así como Gregorio despierta transformado en un insecto, algunas personas podrían sentirse atrapadas en un cuerpo y una mente que ya no le pertenecen, incapaz de encontrar el sentido en las tareas más simples de la vida cotidiana. Trabajar, comer, y socializar —que antes eran actividades automáticas y necesarias— ahora se convierten en fuentes de dolor físico y emocional, como si cada acción fuera un peso que arrastra lentamente su existencia.

Desde la perspectiva psicoanalítica, el concepto de alienación es central en la vida de personas con depresión crónica. Sigmund Freud (1923) señala en El yo y el ello que el yo está constantemente en conflicto entre los impulsos del ello, las demandas de la realidad y las presiones del superyó. En el caso de alguien que experimenta una depresión severa, este conflicto interno se manifiesta en la incapacidad de cumplir con las expectativas externas y los deseos reprimidos, lo que resulta en una desconexión progresiva con su propia identidad y con la sociedad. En contraste, la transformación de Gregorio Samsa en insecto puede verse como la externalización de este conflicto: El yo, asediado por el mundo externo, por el ello, y por la severidad del superyó, a veces sucumbe bajo el peso de estas tensiones, llevándolo a un estado de pasividad o destrucción. (Freud, 1923, p. 42).

El aislamiento social es otro rasgo compartido. Así como Gregorio, después de su transformación, se aparta de su familia y del mundo, las personas con depresión crónica podrían retirarse, no porque quieran, sino porque sienten que no encajan en el ritmo de la vida cotidiana. Las conversaciones vacías, las expectativas sociales y laborales se tornan abrumadoras, lo que los empuja a retirarse cada vez más, buscando refugio en su soledad. La incapacidad de expresar lo que sienten, al igual que Gregorio que no puede hablar, dificulta que los demás comprendan la magnitud de su sufrimiento.

La depresión, en este sentido, actúa como un reflejo de la alienación total de un individuo de su propio deseo y de las normas sociales. Lacan (1977) complementa esta idea al señalar que el ser humano es, en gran medida, un ser alienado debido a la imposibilidad de alcanzar una satisfacción plena en el campo del lenguaje y la cultura: El ser hablante está estructuralmente dividido, siempre en busca de lo que nunca podrá obtener en su totalidad, lo cual lo lleva a la alienación de su deseo (Lacan, 1977, p. 189). En este contexto, la depresión crónica puede ser vista como la encarnación de esa alienación, donde las personas con este trastorno, al igual que Gregorio, dejan de poder relacionarse con los demás, incapaz de comunicar su dolor o de encontrar satisfacción en su entorno.


La Depresión como Forma de Incomprensión Social


Freud (1917) describe la depresión en términos de duelo patológico, en el que el individuo experimenta una pérdida interna que no puede ser elaborada adecuadamente. En el caso de Gregorio, antes de su metamorfosis, ya era evidente que estaba atrapado en una rutina de trabajo extenuante y alienante, una vida en la que su valor como ser humano estaba vinculado únicamente a su capacidad para mantener a su familia. Este tipo de existencia vacía y sin propósito puede entenderse como un precursor de la depresión.

Después de la transformación, Gregorio deja de ser útil para los demás y se convierte en una carga. Este cambio, lejos de liberarlo, lo aísla emocionalmente, provocando en su familia primero lástima, y finalmente odio y rechazo. Como lo explica Beck (1967), las personas con depresión suelen percibir su entorno de manera negativa y se ven a sí mismas como incapaces de cumplir con las demandas sociales. Gregorio encarna esta figura al volverse completamente pasivo, incapaz de interactuar de manera significativa con el mundo exterior o de encontrar algún sentido en su existencia. El rechazo final de su familia refleja cómo la sociedad a menudo margina a quienes no cumplen con las expectativas sociales.

Quienes padecen esta condición a menudo se enfrentan a una sociedad que no comprende la magnitud de su sufrimiento. En lugar de apoyo, reciben juicios, estigmatización y críticas que minimizan su dolor, sugiriendo que su malestar es una cuestión de actitud o falta de gratitud. Este fenómeno, donde las personas con depresión son acusadas de no valorar lo que tienen —familia, amigos, trabajo, estatus—, contribuye al aislamiento progresivo y al aumento del sufrimiento psíquico. A menudo, frases como "échale ganas", "esfuérzate más" o "es solo cuestión de ejercicio" no hacen más que profundizar la herida, invalidando la experiencia interna de quien sufre y reforzando la idea de que su dolor no es legítimo.

El rechazo social hacia las personas que padecen depresión, acusándolas de ingratitud o debilidad, se asemeja al trato que recibe Gregorio Samsa por parte de su familia y los inquilinos en La Metamorfosis. Después de su transformación en insecto, la familia comienza a esconder a Gregorio, avergonzada de su presencia y sin poder empatizar con su sufrimiento. Los inquilinos, que representan a la sociedad externa, se sienten incómodos y disgustados por su apariencia y exigen que sea aislado, lo que refuerza su exclusión. Esta falta de empatía refleja cómo, en el mundo real, las personas con depresión a menudo son relegadas a un “espacio invisible” dentro de sus propios hogares y entornos sociales, porque su dolor es percibido como una amenaza o una molestia para quienes prefieren no confrontar el sufrimiento ajeno.

En el psicoanálisis, Jacques Lacan plantea que la sociedad contribuye al aislamiento de quienes sufren al imponer una serie de significantes que no corresponden a la realidad interna del individuo. Para Lacan (1977), el lenguaje y las expectativas sociales son los medios a través de los cuales el sujeto es alienado: El sujeto es llamado a ocupar un lugar en el campo de lo simbólico que no necesariamente coincide con su deseo o su realidad interna (Lacan, 1977, p. 209). En el caso de la depresión, las expectativas sociales que exigen "ser fuertes" o "estar agradecidos" contribuyen a una disonancia entre lo que el individuo experimenta internamente y lo que se espera de él externamente. Este desajuste crea una alienación que lleva al paciente a un aislamiento aún mayor, porque no puede expresar su dolor sin temor al juicio o al rechazo.

Cuando los familiares o amigos minimizan el dolor de una persona con depresión, le sugieren que su malestar es insignificante o que solo requiere de más esfuerzo, como si la depresión fuera una simple falta de voluntad. Freud (1917) describe esta dinámica al señalar que, en la melancolía, el sujeto se desprecia a sí mismo y se acusa con términos que, en realidad, son proyecciones de las percepciones que tiene de los demás (p. 245). Esto significa que las críticas externas, como la acusación de ingratitud o debilidad, se internalizan y refuerzan el ciclo de autodesprecio que caracteriza a la depresión.

 

La carga emocional de los seres queridos

 

Para los conocidos casuales de pacientes con depresión, su distanciamiento puede pasar desapercibido. Es posible que lo vean como alguien “ocupado” o simplemente “reservado”, pero no perciben la gravedad de la situación. Sin embargo, las personas más cercanas —familia, amigos íntimos— saben que algo anda mal. Intentan ayudarlos, aconsejarlos, brindarle apoyo, y tal vez los cuiden para evitar que se hagan daño. Pero, al igual que en la familia de Gregorio, esta "ayuda" con el tiempo puede volverse una carga emocional. Cuando la depresión se prolonga, y a pesar de todos los esfuerzos, el estado del individuo no mejora, el agotamiento mental y físico en los familiares es inevitable. Empiezan a sentir que están en una batalla perdida, que no hay nada más que puedan hacer.

El sufrimiento de alguien que padece una depresión crónica también afecta a sus seres queridos, quienes, en su intento por ayudar, pueden llegar a experimentar una sensación de impotencia y carga emocional. Freud (1917), en Duelo y melancolía, establece una clara distinción entre el duelo normal y la melancolía, explicando que, en la melancolía, la pérdida que sufre el individuo no es de un objeto externo, sino de una parte de su propio yo: La melancólica muestra algo que falta en el duelo: una extraordinaria disminución de la autoestima, una pobreza de espíritu, y una acusación constante contra sí mismo (Freud, 1917, p. 244). Este estado provoca que los familiares, al igual que la familia de Gregorio, no puedan comprender del todo la magnitud del sufrimiento, lo que termina desgastándolos emocionalmente.

El dolor de estos pacientes, como el de Gregorio, comienza a consumir todo. Pierden interés no solo en las cosas grandes —sus sueños, sus metas—, sino también en lo más cotidiano: levantarse, ducharse, vestirse, comer. La vida se les convierte en una monotonía insostenible, donde cada día es una repetición vacía del anterior. Llegan a un punto en el que, al igual que Gregorio, deciden que el dolor es demasiado y que la única salida posible es despojarse de su humanidad y renunciar a esa carga insoportable.

Al igual que la familia de Gregorio Samsa, que al principio intenta ayudarlo y luego, agotada por la situación, lo rechaza, los seres queridos de una persona con depresión crónica pueden llegar a sentir que sus esfuerzos son inútiles. Este sentimiento de agotamiento emocional, descrito en términos psicoanalíticos, es una manifestación de lo que Freud denomina transferencia negativa, en la que los intentos de ayudar se ven frustrados por la resistencia inconsciente del individuo, lo que genera un ciclo de culpa y rechazo mutuo.

Para la familia, al igual que en La Metamorfosis, su muerte puede ser un alivio. El peso de la impotencia, el esfuerzo constante de cuidar a alguien que no puede o no quiere ser "salvado", desaparece con su partida. Sin embargo, aunque experimentan una cierta liberación, el dolor y la tristeza persisten. La culpa por no haber podido hacer más, la tristeza por la pérdida y el vacío que deja ese ser querido permanecen. Aunque su sufrimiento ha terminado, la cicatriz emocional en quienes lo amaban sigue siendo profunda.

  

       El impacto de la falta de empatía y la culpa social

 

El tratamiento que recibe Gregorio en La Metamorfosis podría ser una metáfora del rechazo social que enfrentan muchas personas con depresión. La familia de Gregorio lo oculta en su habitación, tal como la sociedad a menudo oculta a quienes no se ajustan a sus normas de productividad y felicidad. En lugar de intentar comprender lo que le ocurre, lo consideran una carga, una vergüenza. Este rechazo culmina cuando los inquilinos de la casa, al descubrir la presencia de Gregorio, exigen su retiro inmediato, lo que lleva a su muerte simbólica y, eventualmente, a su fallecimiento real.

Este proceso de aislamiento, tanto en la ficción como en la realidad, refleja cómo la falta de empatía puede exacerbar el dolor de las personas con depresión. Para Freud (1920), la pulsión de muerte puede verse como una consecuencia de esta alienación social, donde el sujeto busca inconscientemente liberarse del dolor mediante la renuncia a la vida: La meta de toda vida es la muerte, y la repetición del sufrimiento solo puede conducir al deseo inconsciente de poner fin a ese ciclo (Freud, 1920, p. 315). En este sentido, el aislamiento social y el estigma hacia las personas con depresión no solo intensifican su sufrimiento, sino que también pueden llevarlas a un punto donde la única salida percibida es la muerte.

Este paralelismo entre la vida de Gregorio Samsa y la de pacientes con este trastorno nos invita a reflexionar sobre la complejidad del sufrimiento humano y la dificultad de enfrentarlo, tanto para quien lo padece como para quienes intentan ayudar. Al igual que en La Metamorfosis, la sociedad a menudo no sabe cómo lidiar con quienes sufren en silencio. Como espectadores, podemos sentirnos impotentes, cargados de culpa o incluso aliviados cuando ese dolor, de alguna manera, termina. Kafka, con su desgarradora historia, no solo refleja la lucha interna de aquellos atrapados en la desesperación, sino también el impacto emocional en quienes rodean a ese individuo.

 

        La pulsión de muerte y la búsqueda de la liberación

 

Finalmente, Kafka nos confronta con la idea de que la verdadera liberación de Gregorio solo llega con su muerte. Freud (1920) postulaba que en el fondo de todo ser humano hay una pulsión de muerte, o Thanatos, que busca poner fin al sufrimiento a través de la inacción o incluso la autodestrucción. Gregorio, incapaz de adaptarse o encontrar una nueva forma de existir después de su transformación, se rinde al deterioro de su cuerpo y finalmente muere. Para Kafka, esta muerte no es trágica en el sentido convencional, sino que es una liberación. La familia de Gregorio, al final de la novela, experimenta una sensación de alivio tras su fallecimiento, lo que subraya la paradoja de que la desaparición del individuo sufriente puede ser vista como una liberación tanto para él como para los que lo rodean.

Freud (1920), en Más allá del principio del placer, introduce esta pulsión como una tendencia inherente del ser humano hacia la autodestrucción y la búsqueda de un estado de quietud absoluta: La meta de toda vida es la muerte (Freud, 1920, p. 311). En el contexto de la depresión crónica, la pulsión de muerte puede manifestarse en el deseo del individuo de escapar del dolor constante, sintiendo que la única salida posible es la muerte.

Para Gregorio, su muerte no es simplemente el final de su existencia física, sino una liberación de la carga insoportable de la vida en aislamiento y sufrimiento. La familia, al igual que los seres queridos de una persona que decide terminar con su vida en un estado depresivo, experimenta una mezcla de alivio y dolor. Como señala Freud, la pulsión de muerte puede traer una especie de “alivio trágico” tanto para el individuo como para quienes lo rodean, ya que el final del sufrimiento, aunque trágico, puede percibirse como la única forma de liberación" (Freud, 1920, p. 320).

 

       Conclusión


La muerte de Gregorio Samsa puede ser vista como una metáfora para aquellos pacientes con depresión que, al sentirse atrapados en un ciclo interminable de sufrimiento, optan por terminar con su dolor. Así como Gregorio se va deteriorando, alienado y sin poder comunicarse con su entorno, muchas personas que sufren depresión experimentan un aislamiento profundo, donde cada día se convierte en una lucha agotadora. Al final, su muerte no es un fracaso, sino una liberación dolorosa, el único escape que Gregorio ve posible ante una existencia que ya no puede soportar.

Para algunos pacientes con depresión, el acto de "desaparecer" puede ser la única esperanza de dejar atrás un cuerpo y una mente que sienten que ya no les pertenece. Esta decisión, aunque trágica, podría interpretarse como un acto de valentía: un último esfuerzo por hacer algo por sí mismos, con la esperanza de que, en otro lugar, la tormenta interior, sus penurias, las luchas internas, que intentaron mitigar a través de lecturas prolongadas, tazas de café, charlas vacías, finalmente terminen y en algún lugar, aunque estén solos puedan estar menos rotos.

 Referencias


           Beck, AT (1967). Depresión: aspectos clínicos, experimentales y teóricos. Harper & Row.

Freud, S. (1917). Duelo y melancolía. En Obras completas. Amorrortu Editores.

Freud, S. (1920). Más allá del principio del placer. En Obras completas. Amorrortu Editores.

Freud, S. (1923). El yo y el ello. En Obras completas. Amorrortu Editores.

Lacan, J. (1977). Ecrits: A selection. W.W. Norton & Company.

 



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