lunes, 4 de noviembre de 2024

¿Puede la búsqueda del éxito estar saboteando nuestra felicidad?

 

De la sociedad disciplinaria a la sociedad del rendimiento




 En la era actual, nos encontramos sumidos en una sociedad dinámica y exigente, la sociedad del rendimiento, descrita por Byung-Chul Han. Este nuevo paradigma ha transformado la forma en que vivimos, trabajamos y nos relacionamos, generando un impacto significativo en la salud mental de las personas, especialmente en el ámbito laboral.

A diferencia de la sociedad disciplinaria de Michel Foucault, caracterizada por el control externo y la vigilancia, la sociedad del rendimiento nos presenta un panorama donde el poder se internaliza y la auto-explotación se convierte en la norma. Los individuos, se autoimponen metas y expectativas, buscando constantemente el éxito y la autorrealización. Esta transición ha traído consigo nuevas formas de psicopatología laboral, como el burnout, la ansiedad y la depresión. La presión constante por rendir, la autoexigencia desmedida y la hiperconectividad laboral, han generado el escenario ideal para el surgimiento de estos trastornos.

Byung-Chul Han argumenta que hemos pasado de una sociedad disciplinaria a una sociedad del rendimiento, lo cual, en nuestro tiempo, tiene un impacto en la salud mental de los individuos. Para entender esta transición y su impacto, es importante relacionar con lo que Foucault, menciona en su obra Vigilar y castigar (1975), donde describe la sociedad disciplinaria como una estructura de poder que opera a través de instituciones como prisiones, hospitales, escuelas y fábricas. Estas instituciones imponen disciplina mediante el control, la vigilancia y la regulación de los cuerpos y comportamientos de los individuos. Foucault sostiene que: "La disciplina fabrica así cuerpos sometidos y ejercitados, cuerpos 'dóciles'. La disciplina incrementa las fuerzas del cuerpo (en términos económicos de utilidad) y disminuye esas mismas fuerzas (en términos políticos de obediencia)" (Foucault, 1975, p. 138).

Byung-Chul Han argumenta que, en la sociedad del rendimiento, el control y la disciplina externa han sido reemplazados por una auto-explotación interna. Los individuos ya no son disciplinados por fuerzas externas, sino que se autoimponen metas y expectativas, maximizando su eficiencia y productividad. Han sostiene que: "El sujeto de rendimiento se explota a sí mismo voluntariamente, creyendo que se está realizando. En esta auto-explotación no hay coerción, sino una aparente libertad que, sin embargo, lleva al agotamiento" (Han, 2010, p. 25).

En la sociedad del rendimiento, los trabajadores enfrentan nuevas formas de presión que resultan en trastornos psicológicos específicos, como el burnout, la ansiedad y la depresión. A diferencia de la sociedad disciplinaria, donde el control y la vigilancia externa eran los principales factores de estrés, en la sociedad del rendimiento, el estrés proviene de la autoexigencia y la competencia constante. Esta transición se manifiesta en el incremento de trastornos mentales relacionados con el trabajo. La presión para rendir y la autoexigencia constante llevan a un estado de agotamiento emocional y mental, que Foucault describiría como una forma de auto-vigilancia y auto-disciplina internalizada. Como Han observa: "El exceso de positividad y el imperativo de rendimiento llevan a una violencia neuronal, una sobrecarga de la mente que se manifiesta en enfermedades mentales como el burnout y la depresión" (Han, 2010, p. 45).

En la realidad laboral actual, esta auto-explotación se evidencia en la presión que sienten los profesionales para mantenerse actualizados en sus carreras, a menudo a través de estudios de posgrado y cursos constantes. La competencia profesional y la necesidad de "no quedarse fuera" de un mercado laboral cada vez más exigente llevan a los individuos a asumir una auto-vigilancia y autodisciplina similar a la descrita por Foucault, pero internalizada. En esta "sociedad del rendimiento", los profesionales se ven impulsados ​​a continuar su desarrollo sin pausas, priorizando constantemente la mejora personal y profesional, lo que contribuye a la aparición de trastornos psicológicos relacionados con el trabajo.

Esta transición también revela un cambio en las dinámicas de poder y control considerando que el exceso de positividad genera nuevas formas de estrés y trastornos mentales, proponiendo como desafío para los profesionales en el área de la Gestión del talento, una reevaluación de las condiciones laborales actuales y las expectativas sociales para abordar estos problemas emergentes relacionados a la salud mental en el trabajo. 

  

¿Cuándo decimos burnout, estrés y depresión de qué hablamos?

 

En la actualidad nos enfrentamos a tres patologías claves que impactan significativamente en la salud mental:

Burnout: El burnout o agotamiento laboral se caracteriza por el cansancio emocional, cinismo y baja realización personal, el burnout es un síndrome conceptualizado como resultado del estrés crónico en el lugar de trabajo que no se ha manejado con éxito. Se caracteriza por tres dimensiones: sentimientos de agotamiento, mayor distancia mental del trabajo y reducción de la eficacia profesional.  (OMS, 2019, p. 22). Este tipo de agotamiento es potenciado por la auto-explotación que, en la sociedad del rendimiento, se convierte en una norma interna" y fomenta el esfuerzo extremo sin descanso (Han, 2010, p. 25).

Estrés: En la sociedad del rendimiento, el estrés laboral se debe a múltiples factores, incluyendo la hiper-conectividad y la presión de mantener altos niveles de rendimiento. La Organización Mundial de la Salud (OMS, 2019) señala que el estrés no solo se relaciona con la cantidad de trabajo o la presión temporal, sino también con las expectativas y la naturaleza de las interacciones en el entorno laboral (p. 8). Este estrés constante afecta la salud física y mental, aumentando el riesgo de desarrollar otras patologías.

Depresión: La presión por cumplir constantemente con metas personales y profesionales también incrementa el riesgo de depresión en el trabajo. La depresión se caracteriza por sentimientos persistentes de tristeza, apatía y desesperanza y afecta la productividad y las relaciones interpersonales en el ámbito laboral (2013, p. 9). El conflicto entre trabajo y familia, y la falta de tiempo para el descanso y actividades recreativas, son factores críticos que contribuyen a la depresión laboral (Frone, Russell, & Cooper, 1992, p. 68).


El exceso de positividad

 

Han introduce el concepto de exceso de positividad como una característica determinante de la sociedad contemporánea. Este exceso de positividad termina influenciando la salud mental y el bienestar de los trabajadores. Argumenta también que, en la sociedad del rendimiento, existe una sobreabundancia de positividad que elimina la negatividad y la crítica. Todo debe ser posible y alcanzable, lo que lleva a una presión constante por ser eficiente y exitoso. Han los describe de la siguiente manera: La sociedad actual no es ya la sociedad disciplinaria, sino una sociedad de rendimiento. En ella impera un exceso de positividad que no deja espacio para la negatividad, lo cual genera una presión constante sobre los individuos para rendir al máximo (Han, 2010, p. 30).

La presión para mantener una actitud positiva constante puede resultar en un desgaste emocional significativo. Los trabajadores pueden sentirse culpables por experimentar emociones negativas, lo que puede llevar a un ciclo de autoexigencia y auto-represión perjudicial para la salud mental. Como señala Han: "El exceso de positividad y el imperativo de rendimiento llevan a una sobrecarga emocional y mental, resultando en enfermedades como la depresión y el burnout" (Han, 2010, p. 45).

Por otro lado, el exceso de positividad en una cultura donde se espera que los trabajadores siempre sean optimistas, proactivos, exitosos y que “se pongan la camiseta” de la empresa, o “den la milla extra” sin lugar para las dudas o el descanso, puede desencadenar problemas de salud mental significativos.

Barbara Ehrenreich, en su libro Lado positivo: Cómo el pensamiento está socavando a Estados Unidos (2009), critica la cultura del pensamiento positivo y cómo puede llevar a la negación de la realidad y la represión de emociones negativas necesarias para un equilibrio mental saludable. Ehrenreich sostiene que: La insistencia en el pensamiento positivo puede llevar a la negación de problemas reales y, por lo tanto, a una mayor ansiedad y estrés cuando las expectativas no se cumplen" (Ehrenreich, 2009, p. 13).

En el entorno laboral, el exceso de positividad podría manifestarse de las siguientes maneras:

a) Expectativas irreales: Los colaboradores pueden sentir la presión de siempre ser positivos y exitosos, lo que lleva a una auto-exigencia excesiva y, en última instancia, al burnout.

b) Negación de problemas: La cultura del pensamiento positivo puede desalentar la discusión de problemas y desafíos reales, lo que impide encontrar soluciones efectivas y aumenta el estrés.

c) Falta de apoyo emocional: Los colaboradores pueden sentirse aislados y sin apoyo si sus preocupaciones y emociones negativas no son validadas, contribuyendo a la ansiedad y la depresión.

 

La auto-explotación

 

En la sociedad del rendimiento, los individuos ya no necesitan ser controlados externamente; en su lugar, se auto-explotan voluntariamente en su búsqueda de éxito y autorrealización. Esta auto-explotación se ve como una forma de libertad, pero en realidad, conduce al agotamiento y al desgaste. Han describe esto de la siguiente manera:

El sujeto de rendimiento se explota a sí mismo voluntariamente, creyendo que se está realizando. En esta auto-explotación no hay coerción, sino una aparente libertad que, sin embargo, lleva al agotamiento (Han, 2010, p. 25).

La auto-explotación implica que los trabajadores se imponen a sí mismos niveles de demanda y expectativas extremadamente altos, lo que lleva a una serie de trastornos mentales. Enfrentan la presión de ser contantemente productivos y exitosos, lo que contribuye a una cultura de autoexigencia. En nuestra actualidad, uno de los problemas más destacados es el burnout, que se caracteriza por agotamiento emocional, despersonalización y una reducción del rendimiento personal. Este fenómeno está estrechamente relacionado con la auto-explotación descrita por Han. Christina Maslach, una de las principales investigadoras del burnout, ha señalado que el burnout es un resultado de la interacción entre el individuo y su entorno laboral. Maslach y Leiter (2016) indican que "El burnout no es simplemente un problema individual, sino un problema organizacional que surge de la desalineación entre las expectativas del trabajo y los recursos disponibles para cumplir con esas expectativas" (Maslach & Leiter, 2016, p. 103).

La desalineación mencionada por Maslach y Leiter se ve intensificada en la sociedad del rendimiento, donde los individuos no solo enfrentan expectativas externas, sino también las autoimpuestas. Conduciéndolos a un ciclo de agotamiento donde los profesionales se presionan constantemente para alcanzar metas imposibles, lo que resulta en una fatiga crónica y un deterioro de la salud mental.

En el entorno laboral actual, la auto-explotación puede manifestarse de varias maneras:

Hora de trabajo prolongadas: Las personas podrían estar trabajando más allá de su horario normal para cumplir con expectativas autoimpuestas.

Multitarea constante: La presión para ser eficiente y productivo lleva a intentar realizar múltiples tareas al mismo tiempo, lo que aumenta es estrés y la ansiedad.

Falta de descanso adecuado: El home Office puede resultar en una falta de tiempo para la recuperación y el descanso, al estar conectado más de lo habitual, o hacerlo desde el mimo espacio de descanso, (dormitorios, salas, etc.)  lo que contribuye al agotamiento.

 Se pude observar cómo los individuos se ven atrapados en un ciclo de auto-explotación sin fin. Han menciona que podrían ir más allá del agotamiento físico, afectando profundamente el bienestar emocional y mental El burnout no es simplemente una fatiga física, sino un agotamiento emocional y mental que resulta de la auto-explotación y la presión constante para rendir. (Han, 2010, p. 37).

Por otro lado, Christina Maslach, define el síndrome de burnout en términos de tres dimensiones principales: agotamiento emocional, despersonalización y una disminución en la realización personal (Maslach & Leiter, 2016). Según Maslach y Leiter:

El burnout es una respuesta al estrés laboral crónico y se caracteriza por el agotamiento emocional, la despersonalización y una sensación de falta de logro en el trabajo" (Maslach & Leiter, 2016, p. 103). La fatiga y el burnout tienen un impacto significativo en la salud mental de los empleados. La presión constante para rendir y la auto-explotación pueden llevar a un ciclo de agotamiento emocional y mental que es difícil de romper.

En el entorno laboral actual, la fatiga y el burnout podrían manifestarse de varias maneras:

Agotamiento emocional: Los trabajadores sienten una falta constante de energía y motivación, lo que afecta su rendimiento y bienestar general.

Despersonalización: Pueden desarrollar una actitud cínica y distante hacia su trabajo y sus colegas, como un mecanismo de defensa contra el estrés excesivo.

Reducción del logro personal: La sensación de ineficacia y falta de realización personal puede llevar a una disminución de la satisfacción laboral y a problemas de autoestima.

 En la sociedad del rendimiento, los individuos ya no necesitan ser controlados externamente; en su lugar, se auto-explotan voluntariamente en su búsqueda de éxito y autorrealización. Esta auto-explotación se ve como una forma de libertad, pero en realidad, conduce al agotamiento y al desgaste. Han describe esto de la siguiente manera:

El sujeto de rendimiento se explota a sí mismo voluntariamente, creyendo que se está realizando. En esta auto-explotación no hay coerción, sino una aparente libertad que, sin embargo, lleva al agotamiento (Han, 2010, p. 25).

La auto-explotación implica que los trabajadores se imponen a sí mismos niveles de demanda y expectativas extremadamente altos, lo que lleva a una serie de trastornos mentales. Enfrentan la presión de ser contantemente productivos y exitosos, lo que contribuye a una cultura de autoexigencia. En nuestra actualidad, uno de los problemas más destacados es el burnout, que se caracteriza por agotamiento emocional, despersonalización y una reducción del rendimiento personal. Este fenómeno está estrechamente relacionado con la auto-explotación descrita por Han. Christina Maslach, una de las principales investigadoras del burnout, ha señalado que el burnout es un resultado de la interacción entre el individuo y su entorno laboral. Maslach y Leiter (2016) indican que El burnout no es simplemente un problema individual, sino un problema organizacional que surge de la desalineación entre las expectativas del trabajo y los recursos disponibles para cumplir con esas expectativas (Maslach & Leiter, 2016, p. 103).

La desalineación mencionada por Maslach y Leiter se ve intensificada en la sociedad del rendimiento, donde los individuos no solo enfrentan expectativas externas, sino también las autoimpuestas. Conduciéndolos a un ciclo de agotamiento donde los profesionales se presionan constantemente para alcanzar metas imposibles, lo que resulta en una fatiga crónica y un deterioro de la salud mental.

En el entorno laboral actual, la auto-explotación puede manifestarse de varias maneras:

Hora de trabajo prolongadas: Las personas podrían estar trabajando más allá de su horario normal para cumplir con expectativas autoimpuestas.

Multitarea constante: La presión para ser eficiente y productivo lleva a intentar realizar múltiples tareas al mismo tiempo, lo que aumenta es estrés y la ansiedad.

Falta de descanso adecuado: El home Office puede resultar en una falta de tiempo para la recuperación y el descanso, al estar conectado más de lo habitual, o hacerlo desde el mimo espacio de descanso, (dormitorios, salas, etc.)  lo que contribuye al agotamiento.

 Se pude observar cómo los individuos se ven atrapados en un ciclo de auto-explotación sin fin. Han menciona que podrían ir más allá del agotamiento físico, afectando profundamente el bienestar emocional y mental El burnout no es simplemente una fatiga física, sino un agotamiento emocional y mental que resulta de la auto-explotación y la presión constante para rendir (Han, 2010, p. 37).

Por otro lado, Christina Maslach, define el síndrome de burnout en términos de tres dimensiones principales: agotamiento emocional, despersonalización y una disminución en la realización personal (Maslach & Leiter, 2016). Según Maslach y Leiter:

El burnout es una respuesta al estrés laboral crónico y se caracteriza por el agotamiento emocional, la despersonalización y una sensación de falta de logro en el trabajo" (Maslach & Leiter, 2016, p. 103). La fatiga y el burnout tienen un impacto significativo en la salud mental de los empleados. La presión constante para rendir y la auto-explotación pueden llevar a un ciclo de agotamiento emocional y mental que es difícil de romper.

En el entorno laboral actual, la fatiga y el burnout podrían manifestarse de varias maneras:

Agotamiento emocional: Los trabajadores sienten una falta constante de energía y motivación, lo que afecta su rendimiento y bienestar general.

Despersonalización: Pueden desarrollar una actitud cínica y distante hacia su trabajo y sus colegas, como un mecanismo de defensa contra el estrés excesivo.

Reducción del logro personal: La sensación de ineficacia y falta de realización personal puede llevar a una disminución de la satisfacción laboral y a problemas de autoestima.

 

La desaparición de la contemplación

 

Han lamenta la pérdida de espacios para la contemplación y la reflexión en la sociedad moderna. La prisa, la hiperactividad y la presión constante para ser productivos eliminan la posibilidad de detenerse y pensar, lo cual es esencial para la salud mental La sociedad del rendimiento está marcada por una hiperactividad constante que deja poco espacio para la contemplación y la reflexión, empobreciendo la vida interior y la capacidad de pensamiento crítico (Han, 2010, p. 52).

La desaparición de la contemplación implica que los trabajadores están constantemente ocupados y sometidos a una presión incesante para rendir. Esto puede llevar a un agotamiento mental y emocional, ya que no se permite un tiempo adecuado para la recuperación y la reflexión.

Jon Kabat-Zinn, pionero en la investigación de la reducción del estrés basada en la atención plena (mindfulness), ha demostrado que la contemplación y la meditación pueden tener efectos positivos significativos en la salud mental. Kabat-Zinn (1990) sostiene que La práctica de la atención plena y la meditación puede ayudar a reducir el estrés y mejorar el bienestar emocional al permitir que los individuos se detengan y reflexionen sobre sus experiencias de manera consciente (Kabat-Zinn, 1990, p. 21).

La falta de contemplación tiene un impacto significativo en la salud mental. Sin tiempo para detenerse y reflexionar, las personas pueden experimentar un aumento en el estrés, la ansiedad. La capacidad de procesar y manejar las emociones se ve comprometida, lo que puede llevar a problemas de salud mental más graves. Como señala Han La desaparición de la contemplación empobrece la vida interior y la capacidad de pensamiento crítico, lo que puede llevar a un aumento en los problemas de salud mental, como la depresión y el burnout (Han, 2010, p. 60).

La falta de contemplación en los trabajos actuales, sean estos formales o informales puede conducir a un aumento del estrés y otros problemas de salud mental, ya que los trabajadores no tienen tiempo para procesar sus experiencias de manera efectiva, y se podría manifestar de las siguientes maneras:

 Multitarea constante: Los trabajadores se ven obligados a realizar múltiples tareas a la vez, lo que aumenta el estrés y reduce la capacidad de concentrarse y reflexionar.

Falta de tiempo para la recuperación: La presión para estar siempre productivo o “trabajar por objetivos” impide que los trabajadores tomen descansos adecuados, lo que lleva a un agotamiento emocional y mental.

Cultura de la urgencia: La expectativa de respuestas y resultados inmediatos elimina el espacio para la reflexión y la contemplación profunda.

 

 El imperativo rendimiento y el sujeto del rendimiento
 

Han describe el imperativo de rendimiento como una característica definitoria de la sociedad contemporánea, donde los trabajadores están constantemente presionados a ser productivos y exitosos. El sujeto del rendimiento es aquel que se autoexige y se autoexplota en busca de éxito y autorrealización El imperativo de rendimiento crea sujetos que se ven obligados a ser siempre activos, eficientes y exitosos. Este imperativo conduce a una autoexplotación que resulta en enfermedades mentales como el burnout y la depresión" (Han, 2010, p. 31).

El imperativo de rendimiento y la creación del sujeto del rendimiento implican una presión constante para alcanzar y superar metas, lo que lleva a un estado de estrés crónico y auto-explotación. En el entorno laboral, esta presión se traduce en una mayor incidencia de trastornos mentales. El modelo de demanda-control-apoyo de Karasek y Theorell (1990) es una teoría influyente que ayuda a explicar cómo el estrés laboral puede afectar la salud mental. Según este modelo, los trabajos con altas demandas y bajo control, especialmente cuando hay poco apoyo social, pueden llevar a un estrés significativo y, en última instancia, a problemas de salud mental La combinación de altas demandas laborales, bajo control sobre el trabajo y poco apoyo social puede contribuir al desarrollo de trastornos mentales como la ansiedad, la depresión y el burnout (Karasek & Theorell, 1990, p. 89).

El imperativo de rendimiento intensifica estas condiciones al aumentar las demandas y la presión para rendir, mientras que la auto-explotación reduce el control y el apoyo percibido. Como señala Han El imperativo de rendimiento y la auto-explotación llevan a una sobrecarga mental y emocional, resultando en enfermedades como el burnout y la depresión" (Han, 2010, p. 33).

En el entorno laboral actual, el imperativo de rendimiento y el sujeto del rendimiento se podrían manifestarse de la siguiente manera:

 Metas y expectativas altas: Los trabajadores enfrentan expectativas constantes de alcanzar y superar objetivos cada vez más altos.

Autoexigencia excesiva: Los sujetos se imponen altos estándares y expectativas, contribuyendo a un ciclo de auto-explotación.

Compromiso para estar siempre disponible: La cultura del rendimiento puede llevar a que los trabajadores sientan la necesidad, se sientan comprometidos a estar siempre disponibles y conectados, incluso fuera del horario laboral

 

Conclusión

 

En primer lugar, la transición de una sociedad disciplinaria a una sociedad del rendimiento ha generado un cambio significativo en la forma en que los sujetos experimentan el trabajo y sus propias expectativas. En la sociedad del cansancio, la auto-explotación y el imperativo de rendimiento internalizado han reemplazado en gran medida las formas tradicionales de control externo y disciplina. Este cambio ha llevado impactar en la salud mental, donde los trabajadores se enfrentan no solo a demandas externas, sino también a las autoimpuestas.

El exceso de positividad, otro concepto clave de Han, ha contribuido a la creación de un entorno laboral donde la presión por ser siempre positivo y exitoso puede resultar en una negación de las emociones negativas legítimas, aumentando así el estrés y la carga emocional.

La desaparición de la contemplación también juega un papel crucial, ya que la falta de tiempo para la reflexión y la desconexión perpetua impiden la recuperación mental necesaria, exacerbando los problemas de salud mental.

Para abordar estos desafíos, los profesionales en gestión del talento deben reconsiderar las estrategias de bienestar laboral, promoviendo entornos que fomenten la reflexión, el equilibrio emocional y la conexión humana genuina. Es fundamental reconocer que la salud mental no es solo un asunto individual, sino también organizacional, y que las políticas laborales deben adaptarse para mitigar los efectos adversos de la sociedad del rendimiento en la salud y el bienestar de los trabajadores, sean en entornos de trabajos formales e informales.

En la sociedad del rendimiento que describe Byung-Chul Han, la felicidad se vuelve un ideal difícil de alcanzar, en gran parte, debido a la autoexigencia constante y la presión de ser siempre productivos. Este sistema lleva a los individuos a autoexplotarse, creyendo que el éxito y la autorrealización dependen únicamente de su esfuerzo incesante. En este contexto, el “exceso de positividad” y el imperativo de mantenerse competitivo evitan que las personas encuentren tiempo para el descanso, la reflexión o el disfrute genuino, aspectos esenciales para una vida plena. La felicidad se vuelve esquiva porque se confunde con el éxito y el rendimiento continuo, lo cual lleva a un agotamiento que termina minando el bienestar y la satisfacción personal. Para acercarnos a la felicidad, es crucial replantear nuestras expectativas y recuperar espacios de contemplación y desconexión, que permitan redescubrir el equilibrio entre trabajo, bienestar y realización personal.


Referencias

 

Ehrenreich, B. (2009). Bright-side: Cómo el pensamiento positivo está socavando a Estados Unidos. Libros metropolitanos

Foucault, M. (1975). Vigilar y castigar: Nacimiento de la prisión. Siglo XXI Editores.

Han, B. C. (2010). La sociedad del cansancio. Herder Editorial.

Kabat-Zinn, J. (1990). Vivir en plena catástrofe: utilizar la sabiduría de su cuerpo y mente para afrontar el estrés, el dolor y la enfermedad. Prensa Delacorte.

Maslach, C. y Leiter, MP (2016). Burnout: una perspectiva multidimensional. En A. M. Rossi, P. L.

Maslach, C., & Leiter, M. P. (2016). Burnout: A multidimensional perspective. In A. M. Rossi, P.L.

Perrewe y S. L. Sauter (Eds.), Estrés y calidad de vida laboral: perspectivas actuales en salud ocupacional (págs. 103-112). Publicaciones de la era de la información.

Perrewe, & S. L. Sauter (Eds.), Stress and quality of working life: Current perspectives in occupational health (pp. 103-112). Information Age Publishing.

 



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