De la sociedad disciplinaria a la sociedad del rendimiento
En la era actual,
nos encontramos sumidos en una sociedad dinámica y exigente, la sociedad del
rendimiento, descrita por Byung-Chul Han. Este nuevo paradigma ha transformado la forma en que vivimos, trabajamos y nos relacionamos, generando
un impacto significativo en la salud mental de las personas, especialmente en el
ámbito laboral.
A diferencia de la sociedad
disciplinaria de Michel Foucault, caracterizada por el control externo y la
vigilancia, la sociedad del rendimiento nos presenta un panorama donde el poder
se internaliza y la auto-explotación se convierte en la norma. Los individuos, se autoimponen metas y expectativas,
buscando constantemente el éxito y la autorrealización. Esta transición ha
traído consigo nuevas formas de psicopatología laboral, como el burnout, la
ansiedad y la depresión. La presión constante por rendir, la autoexigencia
desmedida y la hiperconectividad laboral, han generado el escenario ideal para
el surgimiento de estos trastornos.
Byung-Chul Han argumenta que hemos pasado de una sociedad disciplinaria a una sociedad del rendimiento, lo cual, en nuestro tiempo, tiene un impacto en la salud mental de los individuos. Para entender esta transición y su impacto, es importante relacionar con lo que Foucault, menciona en su obra Vigilar y castigar (1975), donde describe la sociedad disciplinaria como una estructura de poder que opera a través de instituciones como prisiones, hospitales, escuelas y fábricas. Estas instituciones imponen disciplina mediante el control, la vigilancia y la regulación de los cuerpos y comportamientos de los individuos. Foucault sostiene que: "La disciplina fabrica así cuerpos sometidos y ejercitados, cuerpos 'dóciles'. La disciplina incrementa las fuerzas del cuerpo (en términos económicos de utilidad) y disminuye esas mismas fuerzas (en términos políticos de obediencia)" (Foucault, 1975, p. 138).
Byung-Chul Han argumenta que, en la
sociedad del rendimiento, el control y la disciplina externa han sido
reemplazados por una auto-explotación interna. Los individuos ya no son
disciplinados por fuerzas externas, sino que se autoimponen metas y
expectativas, maximizando su eficiencia y productividad. Han sostiene
que: "El sujeto de rendimiento se explota a sí mismo voluntariamente,
creyendo que se está realizando. En esta auto-explotación no hay coerción, sino
una aparente libertad que, sin embargo, lleva al agotamiento" (Han,
2010, p. 25).
En la sociedad del rendimiento, los
trabajadores enfrentan nuevas formas de presión que resultan en trastornos
psicológicos específicos, como el burnout, la ansiedad y la depresión. A
diferencia de la sociedad disciplinaria, donde el control y la vigilancia
externa eran los principales factores de estrés, en la sociedad del
rendimiento, el estrés proviene de la autoexigencia y la competencia constante.
Esta transición se manifiesta en el incremento de trastornos mentales
relacionados con el trabajo. La presión para rendir y la autoexigencia constante
llevan a un estado de agotamiento emocional y mental, que Foucault describiría
como una forma de auto-vigilancia y auto-disciplina internalizada. Como Han
observa: "El exceso de positividad y el imperativo de rendimiento
llevan a una violencia neuronal, una sobrecarga de la mente que se manifiesta
en enfermedades mentales como el burnout y la depresión" (Han, 2010, p.
45).
En la realidad laboral actual, esta
auto-explotación se evidencia en la presión que sienten los profesionales para
mantenerse actualizados en sus carreras, a menudo a través de estudios de
posgrado y cursos constantes. La competencia profesional y la necesidad de
"no quedarse fuera" de un mercado laboral cada vez más exigente
llevan a los individuos a asumir una auto-vigilancia y autodisciplina similar a
la descrita por Foucault, pero internalizada. En esta "sociedad del
rendimiento", los profesionales se ven impulsados a continuar su
desarrollo sin pausas, priorizando constantemente la mejora personal y
profesional, lo que contribuye a la aparición de trastornos psicológicos
relacionados con el trabajo.
Esta transición también revela un cambio
en las dinámicas de poder y control considerando que el exceso de positividad
genera nuevas formas de estrés y trastornos mentales, proponiendo como desafío
para los profesionales en el área de la Gestión del talento, una reevaluación
de las condiciones laborales actuales y las expectativas sociales para abordar
estos problemas emergentes relacionados a la salud mental en el trabajo.
¿Cuándo decimos burnout, estrés y depresión de qué hablamos?
En la actualidad nos enfrentamos a tres
patologías claves que impactan significativamente en la salud mental:
Burnout: El burnout o agotamiento
laboral se caracteriza por el cansancio emocional, cinismo y baja realización
personal, el burnout es un síndrome conceptualizado como resultado del
estrés crónico en el lugar de trabajo que no se ha manejado con éxito. Se
caracteriza por tres dimensiones: sentimientos de agotamiento, mayor distancia
mental del trabajo y reducción de la eficacia profesional. (OMS,
2019, p. 22). Este tipo de agotamiento es potenciado por la auto-explotación
que, en la sociedad del rendimiento, se convierte en una norma
interna" y fomenta el esfuerzo extremo sin descanso (Han, 2010, p.
25).
Estrés: En la sociedad del
rendimiento, el estrés laboral se debe a múltiples factores, incluyendo la
hiper-conectividad y la presión de mantener altos niveles de rendimiento. La
Organización Mundial de la Salud (OMS, 2019) señala que el estrés no solo se
relaciona con la cantidad de trabajo o la presión temporal, sino también
con las expectativas y la naturaleza de las interacciones en el entorno laboral (p.
8). Este estrés constante afecta la salud física y mental, aumentando el riesgo
de desarrollar otras patologías.
Depresión: La presión por cumplir
constantemente con metas personales y profesionales también incrementa el
riesgo de depresión en el trabajo. La depresión se caracteriza por sentimientos
persistentes de tristeza, apatía y desesperanza y afecta la productividad
y las relaciones interpersonales en el ámbito laboral (2013, p. 9). El
conflicto entre trabajo y familia, y la falta de tiempo para el descanso y
actividades recreativas, son factores críticos que contribuyen a la depresión
laboral (Frone, Russell, & Cooper, 1992, p. 68).
El exceso de positividad
Han introduce el concepto de exceso de
positividad como una característica determinante de la sociedad contemporánea.
Este exceso de positividad termina influenciando la salud mental y el bienestar
de los trabajadores. Argumenta también que, en la sociedad del rendimiento,
existe una sobreabundancia de positividad que elimina la negatividad y la
crítica. Todo debe ser posible y alcanzable, lo que lleva a una presión
constante por ser eficiente y exitoso. Han los describe de la siguiente
manera: La sociedad actual no es ya la sociedad disciplinaria, sino una
sociedad de rendimiento. En ella impera un exceso de positividad que no deja
espacio para la negatividad, lo cual genera una presión constante sobre los
individuos para rendir al máximo (Han, 2010, p. 30).
La presión para mantener una actitud
positiva constante puede resultar en un desgaste emocional significativo. Los
trabajadores pueden sentirse culpables por experimentar emociones negativas, lo
que puede llevar a un ciclo de autoexigencia y auto-represión perjudicial para
la salud mental. Como señala Han: "El exceso de positividad y el
imperativo de rendimiento llevan a una sobrecarga emocional y mental,
resultando en enfermedades como la depresión y el burnout" (Han,
2010, p. 45).
Por otro lado, el exceso de positividad
en una cultura donde se espera que los trabajadores siempre sean optimistas,
proactivos, exitosos y que “se pongan la camiseta” de la empresa, o “den la
milla extra” sin lugar para las dudas o el descanso, puede desencadenar
problemas de salud mental significativos.
Barbara Ehrenreich, en su libro Lado
positivo: Cómo el pensamiento está socavando a Estados Unidos (2009),
critica la cultura del pensamiento positivo y cómo puede llevar a la negación
de la realidad y la represión de emociones negativas necesarias para un
equilibrio mental saludable. Ehrenreich sostiene que: La insistencia en el
pensamiento positivo puede llevar a la negación de problemas reales y, por lo
tanto, a una mayor ansiedad y estrés cuando las expectativas no se
cumplen" (Ehrenreich, 2009, p. 13).
En el entorno laboral, el exceso de positividad podría manifestarse de las siguientes maneras:
a) Expectativas irreales: Los
colaboradores pueden sentir la presión de siempre ser positivos y exitosos, lo
que lleva a una auto-exigencia excesiva y, en última instancia, al burnout.
b) Negación de problemas: La
cultura del pensamiento positivo puede desalentar la discusión de problemas y
desafíos reales, lo que impide encontrar soluciones efectivas y aumenta el
estrés.
c) Falta de apoyo emocional: Los
colaboradores pueden sentirse aislados y sin apoyo si sus preocupaciones y
emociones negativas no son validadas, contribuyendo a la ansiedad y la
depresión.
La auto-explotación
En la sociedad del rendimiento, los
individuos ya no necesitan ser controlados externamente; en su lugar, se
auto-explotan voluntariamente en su búsqueda de éxito y autorrealización. Esta
auto-explotación se ve como una forma de libertad, pero en realidad, conduce al
agotamiento y al desgaste. Han describe esto de la siguiente manera:
El sujeto de rendimiento se explota a sí
mismo voluntariamente, creyendo que se está realizando. En esta
auto-explotación no hay coerción, sino una aparente libertad que, sin embargo,
lleva al agotamiento (Han, 2010, p. 25).
La auto-explotación implica que los
trabajadores se imponen a sí mismos niveles de demanda y expectativas
extremadamente altos, lo que lleva a una serie de trastornos mentales.
Enfrentan la presión de ser contantemente productivos y exitosos, lo que
contribuye a una cultura de autoexigencia. En nuestra actualidad, uno de los
problemas más destacados es el burnout, que se caracteriza por agotamiento
emocional, despersonalización y una reducción del rendimiento personal. Este
fenómeno está estrechamente relacionado con la auto-explotación descrita por
Han. Christina Maslach, una de las principales investigadoras del burnout, ha
señalado que el burnout es un resultado de la interacción entre el individuo y
su entorno laboral. Maslach y Leiter (2016) indican que "El burnout no es
simplemente un problema individual, sino un problema organizacional que surge
de la desalineación entre las expectativas del trabajo y los recursos
disponibles para cumplir con esas expectativas" (Maslach & Leiter, 2016, p.
103).
La desalineación mencionada por Maslach
y Leiter se ve intensificada en la sociedad del rendimiento, donde los
individuos no solo enfrentan expectativas externas, sino también las
autoimpuestas. Conduciéndolos a un ciclo de agotamiento donde los profesionales
se presionan constantemente para alcanzar metas imposibles, lo que resulta en
una fatiga crónica y un deterioro de la salud mental.
En el entorno laboral actual, la
auto-explotación puede manifestarse de varias maneras:
Hora de trabajo prolongadas: Las
personas podrían estar trabajando más allá de su horario normal para cumplir
con expectativas autoimpuestas.
Multitarea constante: La presión
para ser eficiente y productivo lleva a intentar realizar múltiples tareas al
mismo tiempo, lo que aumenta es estrés y la ansiedad.
Falta de descanso adecuado: El home
Office puede resultar en una falta de tiempo para la recuperación y el
descanso, al estar conectado más de lo habitual, o hacerlo desde el mimo
espacio de descanso, (dormitorios, salas, etc.) lo que contribuye al
agotamiento.
Se pude observar cómo los individuos se ven atrapados en un ciclo de auto-explotación sin fin. Han menciona que podrían ir más allá del agotamiento físico, afectando profundamente el bienestar emocional y mental El burnout no es simplemente una fatiga física, sino un agotamiento emocional y mental que resulta de la auto-explotación y la presión constante para rendir. (Han, 2010, p. 37).
Por otro lado, Christina Maslach, define
el síndrome de burnout en términos de tres dimensiones principales: agotamiento
emocional, despersonalización y una disminución en la realización personal
(Maslach & Leiter, 2016). Según Maslach y Leiter:
El burnout es una respuesta al estrés
laboral crónico y se caracteriza por el agotamiento emocional, la
despersonalización y una sensación de falta de logro en el trabajo"
(Maslach & Leiter, 2016, p. 103). La fatiga y el burnout tienen un
impacto significativo en la salud mental de los empleados. La presión constante
para rendir y la auto-explotación pueden llevar a un ciclo de agotamiento
emocional y mental que es difícil de romper.
En el entorno laboral actual, la fatiga
y el burnout podrían manifestarse de varias maneras:
Agotamiento emocional: Los
trabajadores sienten una falta constante de energía y motivación, lo que afecta
su rendimiento y bienestar general.
Despersonalización: Pueden
desarrollar una actitud cínica y distante hacia su trabajo y sus colegas, como
un mecanismo de defensa contra el estrés excesivo.
Reducción del logro personal: La
sensación de ineficacia y falta de realización personal puede llevar a una
disminución de la satisfacción laboral y a problemas de autoestima.
En la sociedad del rendimiento, los individuos ya no necesitan ser controlados externamente; en su lugar, se auto-explotan voluntariamente en su búsqueda de éxito y autorrealización. Esta auto-explotación se ve como una forma de libertad, pero en realidad, conduce al agotamiento y al desgaste. Han describe esto de la siguiente manera:
El sujeto de rendimiento se explota a sí
mismo voluntariamente, creyendo que se está realizando. En esta
auto-explotación no hay coerción, sino una aparente libertad que, sin embargo,
lleva al agotamiento (Han, 2010, p. 25).
La auto-explotación implica que los
trabajadores se imponen a sí mismos niveles de demanda y expectativas
extremadamente altos, lo que lleva a una serie de trastornos mentales.
Enfrentan la presión de ser contantemente productivos y exitosos, lo que
contribuye a una cultura de autoexigencia. En nuestra actualidad, uno de los
problemas más destacados es el burnout, que se caracteriza por agotamiento
emocional, despersonalización y una reducción del rendimiento personal. Este
fenómeno está estrechamente relacionado con la auto-explotación descrita por
Han. Christina Maslach, una de las principales investigadoras del burnout, ha
señalado que el burnout es un resultado de la interacción entre el individuo y
su entorno laboral. Maslach y Leiter (2016) indican que El burnout no es
simplemente un problema individual, sino un problema organizacional que surge
de la desalineación entre las expectativas del trabajo y los recursos
disponibles para cumplir con esas expectativas (Maslach & Leiter, 2016, p.
103).
La desalineación mencionada por Maslach
y Leiter se ve intensificada en la sociedad del rendimiento, donde los
individuos no solo enfrentan expectativas externas, sino también las
autoimpuestas. Conduciéndolos a un ciclo de agotamiento donde los profesionales
se presionan constantemente para alcanzar metas imposibles, lo que resulta en
una fatiga crónica y un deterioro de la salud mental.
En el entorno laboral actual, la
auto-explotación puede manifestarse de varias maneras:
Hora de trabajo prolongadas: Las
personas podrían estar trabajando más allá de su horario normal para cumplir
con expectativas autoimpuestas.
Multitarea constante: La presión
para ser eficiente y productivo lleva a intentar realizar múltiples tareas al
mismo tiempo, lo que aumenta es estrés y la ansiedad.
Falta de descanso adecuado: El home
Office puede resultar en una falta de tiempo para la recuperación y el
descanso, al estar conectado más de lo habitual, o hacerlo desde el mimo
espacio de descanso, (dormitorios, salas, etc.) lo que contribuye al
agotamiento.
Se
pude observar cómo los individuos se ven atrapados en un ciclo de
auto-explotación sin fin. Han menciona que podrían ir más allá del agotamiento
físico, afectando profundamente el bienestar emocional y mental El burnout
no es simplemente una fatiga física, sino un agotamiento emocional y mental que
resulta de la auto-explotación y la presión constante para rendir (Han, 2010,
p. 37).
Por otro lado, Christina Maslach, define
el síndrome de burnout en términos de tres dimensiones principales: agotamiento
emocional, despersonalización y una disminución en la realización personal
(Maslach & Leiter, 2016). Según Maslach y Leiter:
El burnout es una respuesta al estrés
laboral crónico y se caracteriza por el agotamiento emocional, la
despersonalización y una sensación de falta de logro en el trabajo"
(Maslach & Leiter, 2016, p. 103). La fatiga y el burnout tienen un
impacto significativo en la salud mental de los empleados. La presión constante
para rendir y la auto-explotación pueden llevar a un ciclo de agotamiento
emocional y mental que es difícil de romper.
En el entorno laboral actual, la fatiga
y el burnout podrían manifestarse de varias maneras:
Agotamiento emocional: Los
trabajadores sienten una falta constante de energía y motivación, lo que afecta
su rendimiento y bienestar general.
Despersonalización: Pueden
desarrollar una actitud cínica y distante hacia su trabajo y sus colegas, como
un mecanismo de defensa contra el estrés excesivo.
Reducción del logro personal: La
sensación de ineficacia y falta de realización personal puede llevar a una
disminución de la satisfacción laboral y a problemas de autoestima.
La desaparición de la contemplación
Han lamenta la pérdida de espacios para
la contemplación y la reflexión en la sociedad moderna. La prisa, la
hiperactividad y la presión constante para ser productivos eliminan la
posibilidad de detenerse y pensar, lo cual es esencial para la salud mental La
sociedad del rendimiento está marcada por una hiperactividad constante que deja
poco espacio para la contemplación y la reflexión, empobreciendo la vida
interior y la capacidad de pensamiento crítico (Han, 2010, p. 52).
La desaparición de la contemplación
implica que los trabajadores están constantemente ocupados y sometidos a una
presión incesante para rendir. Esto puede llevar a un agotamiento mental y
emocional, ya que no se permite un tiempo adecuado para la recuperación y la
reflexión.
Jon Kabat-Zinn, pionero en la
investigación de la reducción del estrés basada en la atención plena
(mindfulness), ha demostrado que la contemplación y la meditación pueden tener
efectos positivos significativos en la salud mental. Kabat-Zinn (1990) sostiene
que La práctica de la atención plena y la meditación puede ayudar a
reducir el estrés y mejorar el bienestar emocional al permitir que los
individuos se detengan y reflexionen sobre sus experiencias de manera
consciente (Kabat-Zinn, 1990, p. 21).
La falta de contemplación tiene un
impacto significativo en la salud mental. Sin tiempo para detenerse y
reflexionar, las personas pueden experimentar un aumento en el estrés, la
ansiedad. La capacidad de procesar y manejar las emociones se ve comprometida,
lo que puede llevar a problemas de salud mental más graves. Como señala
Han La desaparición de la contemplación empobrece la vida interior y la
capacidad de pensamiento crítico, lo que puede llevar a un aumento en los
problemas de salud mental, como la depresión y el burnout (Han, 2010, p. 60).
La falta de contemplación en los
trabajos actuales, sean estos formales o informales puede conducir a un aumento
del estrés y otros problemas de salud mental, ya que los trabajadores no tienen
tiempo para procesar sus experiencias de manera efectiva, y se podría
manifestar de las siguientes maneras:
Multitarea constante: Los trabajadores se ven obligados a realizar múltiples tareas a la vez, lo que aumenta el estrés y reduce la capacidad de concentrarse y reflexionar.
Falta de tiempo para la recuperación: La
presión para estar siempre productivo o “trabajar por objetivos” impide que los
trabajadores tomen descansos adecuados, lo que lleva a un agotamiento emocional
y mental.
Cultura de la urgencia: La
expectativa de respuestas y resultados inmediatos elimina el espacio para la
reflexión y la contemplación profunda.
El imperativo rendimiento y el sujeto del rendimiento
Han describe el imperativo de
rendimiento como una característica definitoria de la sociedad contemporánea,
donde los trabajadores están constantemente presionados a ser productivos y
exitosos. El sujeto del rendimiento es aquel que se autoexige y se autoexplota en
busca de éxito y autorrealización El imperativo de rendimiento crea
sujetos que se ven obligados a ser siempre activos, eficientes y exitosos. Este
imperativo conduce a una autoexplotación que resulta en enfermedades mentales
como el burnout y la depresión" (Han, 2010, p. 31).
El imperativo de rendimiento y la
creación del sujeto del rendimiento implican una presión constante para
alcanzar y superar metas, lo que lleva a un estado de estrés crónico y
auto-explotación. En el entorno laboral, esta presión se traduce en una mayor
incidencia de trastornos mentales. El modelo de demanda-control-apoyo de
Karasek y Theorell (1990) es una teoría influyente que ayuda a explicar cómo el
estrés laboral puede afectar la salud mental. Según este modelo, los trabajos con
altas demandas y bajo control, especialmente cuando hay poco apoyo social,
pueden llevar a un estrés significativo y, en última instancia, a problemas de
salud mental La combinación de altas demandas laborales, bajo control
sobre el trabajo y poco apoyo social puede contribuir al desarrollo de
trastornos mentales como la ansiedad, la depresión y el burnout (Karasek &
Theorell, 1990, p. 89).
El imperativo de rendimiento intensifica
estas condiciones al aumentar las demandas y la presión para rendir, mientras
que la auto-explotación reduce el control y el apoyo percibido. Como señala
Han El imperativo de rendimiento y la auto-explotación llevan a una
sobrecarga mental y emocional, resultando en enfermedades como el burnout y la
depresión" (Han, 2010, p. 33).
En el entorno laboral actual, el
imperativo de rendimiento y el sujeto del rendimiento se podrían manifestarse
de la siguiente manera:
Autoexigencia excesiva: Los sujetos
se imponen altos estándares y expectativas, contribuyendo a un ciclo de
auto-explotación.
Compromiso para estar siempre
disponible: La cultura del rendimiento puede llevar a que los trabajadores
sientan la necesidad, se sientan comprometidos a estar siempre disponibles y
conectados, incluso fuera del horario laboral
Conclusión
En primer lugar, la transición de una
sociedad disciplinaria a una sociedad del rendimiento ha generado un cambio
significativo en la forma en que los sujetos experimentan el trabajo y sus
propias expectativas. En la sociedad del cansancio, la auto-explotación y el
imperativo de rendimiento internalizado han reemplazado en gran medida las
formas tradicionales de control externo y disciplina. Este cambio ha llevado
impactar en la salud mental, donde los trabajadores se enfrentan no solo a
demandas externas, sino también a las autoimpuestas.
El exceso de positividad, otro concepto
clave de Han, ha contribuido a la creación de un entorno laboral donde la
presión por ser siempre positivo y exitoso puede resultar en una negación de
las emociones negativas legítimas, aumentando así el estrés y la carga
emocional.
La desaparición de la contemplación
también juega un papel crucial, ya que la falta de tiempo para la reflexión y
la desconexión perpetua impiden la recuperación mental necesaria, exacerbando
los problemas de salud mental.
Para abordar estos desafíos, los
profesionales en gestión del talento deben reconsiderar las estrategias de
bienestar laboral, promoviendo entornos que fomenten la reflexión, el
equilibrio emocional y la conexión humana genuina. Es fundamental reconocer que
la salud mental no es solo un asunto individual, sino también organizacional, y
que las políticas laborales deben adaptarse para mitigar los efectos adversos
de la sociedad del rendimiento en la salud y el bienestar de los trabajadores,
sean en entornos de trabajos formales e informales.
En la sociedad del rendimiento que
describe Byung-Chul Han, la felicidad se vuelve un ideal difícil de alcanzar,
en gran parte, debido a la autoexigencia constante y la presión de ser siempre
productivos. Este sistema lleva a los individuos a autoexplotarse, creyendo que
el éxito y la autorrealización dependen únicamente de su esfuerzo incesante. En
este contexto, el “exceso de positividad” y el imperativo de mantenerse
competitivo evitan que las personas encuentren tiempo para el descanso, la
reflexión o el disfrute genuino, aspectos esenciales para una vida plena. La
felicidad se vuelve esquiva porque se confunde con el éxito y el rendimiento
continuo, lo cual lleva a un agotamiento que termina minando el bienestar y la
satisfacción personal. Para acercarnos a la felicidad, es crucial replantear
nuestras expectativas y recuperar espacios de contemplación y desconexión, que
permitan redescubrir el equilibrio entre trabajo, bienestar y realización
personal.
Referencias
Ehrenreich, B. (2009). Bright-side: Cómo
el pensamiento positivo está socavando a Estados Unidos. Libros metropolitanos
Foucault, M. (1975). Vigilar y
castigar: Nacimiento de la prisión. Siglo XXI Editores.
Han, B. C. (2010). La sociedad del
cansancio. Herder Editorial.
Kabat-Zinn, J. (1990). Vivir en plena
catástrofe: utilizar la sabiduría de su cuerpo y mente para afrontar el estrés,
el dolor y la enfermedad. Prensa Delacorte.
Maslach, C. y Leiter, MP (2016).
Burnout: una perspectiva multidimensional. En A. M. Rossi, P. L.
Maslach, C., & Leiter, M. P.
(2016). Burnout: A multidimensional perspective. In A. M. Rossi, P.L.
Perrewe y S. L. Sauter (Eds.), Estrés y
calidad de vida laboral: perspectivas actuales en salud ocupacional (págs.
103-112). Publicaciones de la era de la información.
Perrewe, & S. L. Sauter
(Eds.), Stress and quality of working life: Current perspectives in
occupational health (pp. 103-112). Information Age Publishing.

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